Lo prohibido estimula nuestra libido. Por eso una relación extramatrimonial puede excitar más que el sexo con la pareja, aunque el amante no sea mejor que el marido.
El placer de pecar y las parejas swingers
Cuenta el escritor francés Stendhal en uno de sus relatos que en la Italia del siglo XVI, tomando un helado durante una noche calurosa, una princesa pensó en voz alta: «¡Qué lástima que esto no sea pecado!».
Esa frase me hizo pensar en las parejas swingers, las que viven un modelo de sexo liberal, y en los “permisos” que se dan el uno al otro entre los miembros que las componen. (Bueno, en ellas y en que si el chocolate no engordara, quizás nos apetecería menos).
Supongo que vivir un modelo de relación que escapa de los convencionalismos aporta esa sensación emocionante de transgredir las normas.
Los locales liberales no tienen sus puertas abiertas a la calle como cualquier local de copas. Quien quiere entrar llama a la puerta y no siempre logra el acceso. Lo habitual es que lo consiga cuando llega acompañado de otras personas de confianza, gente que pertenece a la comunidad swinger. Y esto envuelve el lugar con un halo de clandestinidad, de secretismo. ¿Cómo no va a resultar excitante?
El término anglosajón swinging significa movimiento, balanceo... Los adeptos al intercambio de parejas y al sexo en grupo lo han hecho suyo porque entienden que su concepción de las relaciones también es basculante (entre el amor a su pareja y la libertad de gozar sexualmente con otras personas), y se sienten más móviles que las personas que se mantienen estáticas en sus relaciones de pareja.
Catar otras pieles entre las parejas que practican la sexualidad liberal o abierta no está prohibido siempre que se respeten las condiciones que la pareja se impone, y que pueden ir desde tener una relación con quien cada cual desee hasta que estos encuentros se produzcan siempre en presencia del otro o que se permitan todo tipo de prácticas mientras no haya penetración. El abanico de variantes entre los que se intercambian las parejas es amplísimo.
Sin embargo, hay algo que no se contempla en ningún caso: hacer aquello que traspase el límite que se han marcado, las fronteras de esa libertad sexual.
¿Asegura este modelo de relación que no hay lugar para la infidelidad tal como ellos la interpretan? Pues, NO.
Así lo explica Julio, un habitual de los locales swinging: «Creo que te cansas de todo. Yo quedé saturado del porno. A veces he pensado en la suerte que tuve de nacer con Franco. Para ver una foto tenías que pedirla a París; el mundo erótico se fue abriendo conmigo. Una revista te duraba un año y llegaba un momento en que ya no te decía nada. Con el vídeo porno pasó lo mismo…»
Puede que Julio tenga parte de razón; y que, para muchas parejas, el intercambio o la libertad sexual con pleno conocimiento, el pacto de inclusión, en definitiva, sea su salvación. Pero no es ni mucho menos la fórmula mágica.
Basta con ver el caso de Begoña, cuyo matrimonio era una relación abierta, aunque solo por el lado de él. Su marido podía tener todos los caprichos sexuales. Nada más tenía que pedirlo para que ella le concediera permiso, y sin embargo actuó con engaño y buscó una amante secreta. Necesitó saltarse las reglas y por tanto, romper el pacto de lealtad tal y como lo había definido el matrimonio. ¿Quién sabe? Puede que su capricho entonces fuera lo prohibido y lo único que su cónyuge le prohibía era actuar a espaldas de ella.
Un observador que preste atención a lo que ocurre en los locales liberales podrá descubrir que hombres y mujeres se intercambian teléfonos a escondidas, y los encuentros sexuales se pueden producir sin que el cónyuge lo sepa, pues llega un momento en que buscan el morbo en el engaño.
Y es que, decididamente, para algunas personas el placer se encuentra en lo prohibido, la fantasía de las relaciones clandestinas no solo para la sociedad, la familia o los amigos, sino también a escondidas de la persona con quien se tiene más confianza.
Lo prohibido parece más atractivo a nuestros ojos que lo accesible. Más tentador. Más apetitoso. ¿Estamos hechos para buscar lo que no podemos tener?
Por si tienes interés en el mundo de las mujeres infieles, aquí dejo el enlace a mi libro Chicas malas, cuando las infieles son ellas, que puedes encontrar en todos los formatos digitales.
¿O tienes prohibido leer estas cosas?
*Imagen de cabecera: Fotografía de Kristiana Pinne en Unsplash
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