La culpa la tienen las películas con beso final, porque, aunque supuestamente aquello sea un happy end, ahí es donde comienza la auténtica historia de la pareja, cuando los ideales románticos se han hecho añicos y descubres que esto de vivir con el amor de tu vida no tiene nada que ver con lo que esperabas.
Cómo superar el primer año de convivencia con la pareja
Para muchas parejas, los primeros meses de convivencia son decisivos. Nada es como habían imaginado, y convivir con una realidad que nos decepciona, por la sencilla razón de que no se ajusta a nuestra fantasía, es algo que la pareja tiene que aprender a gestionar.
En ese primer año se pueden cometer errores capaces de llevar la relación a la ruina. Sobrevivir y surgir airoso de la fase de adaptación puede evitarnos formar parte de las estadísticas que indican que la mitad de las rupturas se producen durante los siete primeros años de convivencia.
Estas son algunas claves para que vuestra relación no acabe rota, siempre que haya amor del bueno:
1. Disfrutad del amor con los pies en la tierra
Ya te has dado cuenta, ¿no? Él no te despierta cada mañana con una rosa sobre la almohada y el desayuno preparado. Pero, aunque ese no sea el envoltorio que decora vuestra vida cotidiana, seguramente existen muchos detalles encantadores en los que no te has fijado.
A veces estamos tan decepcionados porque no se han cumplido las expectativas, que perdemos de vista todas aquellas pequeñas cosas que la convivencia nos aporta y que son mucho más positivas de lo que imaginas. ¿Sabías que las personas casadas viven más años gracias al cuidado mutuo que los cónyuges se ofrecen? Es lo que los médicos llaman el ‘efecto guardián’.
2. No intentes cambiarlo
Puesto que el amor es ciego, al principio de la relación y estando muy enamorada, algunas tienen a su pareja por alguien perfecto. Otras, en cambio, saben que hay ciertos aspectos en él que le irritan e incomodan, pero se casan con la falsa creencia de que el chico cambiará cuando se convierta en su marido. Después, cuando la convivencia les devuelve la vista, descubren que ni él es tan maravilloso como habían imaginado, ni va a cambiar por mucho que se empeñen en ello.
Todos esperamos que la persona que nos ame nos acepte tal como somos. De lo contrario, ¿de quién se ha enamorado?
Eso no quiere decir que tengas que aguantar determinados comportamientos que hacen que te sientas mal. Siempre puedes explicarle cómo te sientes cuando se encierra en sí mismo y no te cuenta lo que le pasa, cuando le explicas un problema y no suelta el mando del televisor, o cuando parece que su trabajo sea más importante que tú, por poner unos cuantos ejemplos.
Y si, a pesar de haber hablado con él, continúa comportándose del mismo modo, intenta ser tú la que introduce los cambios. ¿Y si en lugar de enfadarte una y otra vez porque sientes que no te escucha, te levantas y apagas el televisor?
O podrías proponerle un cambio de escenario y conversar en un café cercano donde os sintáis relajados. Son sugerencias. Lo importante es que seas consciente de que cuando tú cambias también cambia lo que sucede a tu alrededor.
3. Respetad vuestros espacios personales
Muchas personas echan en falta algo de libertad cuando se emparejan, aunque tan solo se trate de regresar del trabajo y tirarse en el sofá para escuchar música sin que nadie interrumpa ese momento de relajación.
Para que esto no suceda, recuerda que la convivencia no os tiene que convertir en hermanos siameses. Es conveniente que respetéis el espacio del otro. Además, aunque es importante compartir aficiones y tener intereses comunes, no hay que anular aquello que nos diferencia. Si a él no le gusta ir a la playa y tú estás deseando ponerte morena, nada te impide que te vayas sola o con otras personas, porque tampoco es bueno abandonar las amistades y aislarse del mundo.
Todos tenemos nuestras propias necesidades personales y no nos unimos a alguien para que las cubra.
Tal vez el amor tiene algo —o mucho— de posesivo, pero hay que saber compartir la media naranja con el afecto de amigos y familiares, aunque no te caigan demasiado bien.
No es una tarea sencilla, a veces surgen situaciones de tensión y celos. Pero los dos tenéis amistades a las que no hay que renunciar, a pesar de que la convivencia cambia los hábitos y produce un distanciamiento con el resto del mundo.
Aún así, esta es una elección muy personal y muchas parejas optan por realizar juntos todas las actividades. Todo irá bien si es realmente una decisión tomada por ambas partes y son capaces de amoldarse en cada situación, pero no cuando alguien impone sus deseos y el otro acepta a regañadientes.
4. Romped la monotonía de la relación
La convivencia facilita los encuentros sexuales, y es precisamente por ese motivo que ya no os deseáis tanto como antes.
Antes de compartir techo, te depilabas, exfoliabas, maquillabas y elegías con esmero tu ropa para una noche especial. Él no se preocupaba tanto, pero algo se preparaba. Ahora aquello se acabó. Solo os ponéis guapos para salir, pero no para ir a la cama. Vuestro piso no era aquel paraíso sexual que habíais imaginado.
Para mantener el interés, conviene variar de vez en cuando la rutina e incorporar algún que otro ritual diferente al habitual, o sea, darse alguna sorpresa. Tampoco está de más que aprendas a decir “no” cuando no te apetece, si es que tienes dificultades para dar una negativa. De ese modo, él sabrá que un “sí” significa deseo auténtico y que no lo haces por cumplir.
Por último, es importante que ambos seáis capaces de tomar la iniciativa. Con ello los dos experimentaréis el goce de sentirse deseado.
5. Repartid las tareas de casa
La supuesta liberación femenina no ha conseguido que ellos se sientan tan responsables como tú de los quehaceres domésticos. Según revela un estudio realizado por la Fundación “La Caixa” sobre las jóvenes españolas, antes de emparejarse los hombres aceptan la idea de compartir las tareas domésticas y el cuidado de los hijos, pero a la hora de la verdad se escaquean. Esto genera frustración en las mujeres que tienen que soportar una doble jornada laboral, y es fuente de numerosos conflictos en la pareja.
¿La clave? Aprender a delegar. Pero te será difícil hacerlo si temes las críticas de la vecina porque tu pareja sale de casa con la camisa sin planchar. La auténtica liberación comienza por una misma, y cuando él no entiende tus palabras, solo queda pasar a la acción y dejar de hacer determinadas tareas.
Puede que sea el único modo de que descubra que el papel higiénico no nace en el portarrollos, que las latas de cerveza no vuelan solas hasta el cubo de la basura, que existen diferencias fundamentales entre el cesto de la ropa sucia y el suelo, y que fregar los platos, limpiar el polvo o barrer no provocan impotencia.
En cambio, sentir que abusan de ti, que te trata como si fueras su criada, puede acabar con tu apetito sexual.
6. Aflojad los lazos familiares
Si te sentías muy unida a tus padres y hermanos, es posible que tras la decisión de vivir junto a él hayas sentido una cierta ansiedad. Es fruto del alejamiento, y es probable que también tu familia lo sienta así. Ahora has de contar con el apoyo de tu pareja por encima de todo, porque tu familia pasa a un segundo término. Sois vosotros dos quienes debéis tomar decisiones sobre todo aquello que os atañe. Es el ciclo de la vida. Aunque eso no significa que tus padres no se mantengan en la retaguardia para ayudarte cuando lo necesites.
También es posible que ellos quieran continuar tan conectados como antes y que se muestren algo entrometidos. Están padeciendo el ‘síndrome del nido vacío’, y tienen que aprender a afrontarlo y enriquecer su vida sin contar siempre con los hijos. Ahora toca relacionarse con los padres de un modo distinto al que teníais cuando vivías con ellos.
7. No te lo tomes todo como algo personal
Marta es incapaz de dar los buenos días hasta que no se toma el café con leche. Su pareja, Andrés, tiene un alegre despertar, pero cuando regresa del trabajo aparece con cara de pocos amigos y no tiene ganas de hablar con ella.
Seguramente, al igual que les sucede a Marta y Andrés, encontrarás algún aspecto de la convivencia con tu pareja que te resulta doloroso.
Los padres y hermanos de Marta conocían su mal humor matinal, mientras que la familia de Andrés sabía que con él no se puede hablar hasta una hora después de su vuelta a casa. Sencillamente, estas actitudes forman parte de la conducta de estas personas y no hay que tomárselas como algo personal. Muchos comportamientos de la pareja no tienen nada que ver contigo o con lo que tú hagas. Lo mejor es que observes lo que sucede con cierta distancia emocional. Así es como Marta aprendió a esperar que su chico estuviera relajado y dispuesto a charlar, mientras que Andrés dejaba que el café con leche cambiara el humor de su pareja por las mañanas.
La conquista del amor es un trabajo diario, y es un trabajo en equipo. Procura expresar los sentimientos sin miedo, con confianza, para halagar, para reconocer lo que te incomoda, para conoceros mejor, para que sepa cuáles son tus necesidades, para descubrir las de él...
¿Hace mucho tiempo que estás con tu pareja? ¿Crees que los primeros años fueron los más difíciles? Deja tu comentario.
(Este artículo apareció publicado por primera vez en la revista Mujer 21).
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