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¿Miedo de que el nido se quede vacío?

Puede que te quejes de tener ninis en casa, o que lamentes la precariedad laboral que no les permite emanciparse, pero en el fondo ¿no tendrás miedo de que el nido se quede vacío?

Cuando los hijos no se van: ¿miedo al síndrome del nido vacío?

¿Aún vives con tus hijos?

Sobran motivos para que no se vayan de casa: la falta de empleo, los sueldos bajos, los precios de la vivienda, ya sea para comprar o para alquilar y muchos, muchísimos factores más que conducen a la situación actual. 

El 80% de los jóvenes menores de 29 años no pueden dejar la casa de sus padres. 

Pero ¿es la situación económica la única culpable de este fenómeno? 

En absoluto. Los jóvenes de ahora no necesitan huir del hogar paterno para sentirse libres y acampar a sus anchas. Lejos quedaron aquellos tiempos en los que las nuevas generaciones necesitaban conquistar un espacio propio y enfrentarse al autoritarismo de sus mayores. La mayoría de los padres lo confiesan: «Nos hemos pasado de tolerantes». 

Pero la realidad es que, por mucho que se quejen, la mayoría de los progenitores con hijos mayores en casa, tienen serios problemas para exigir de los jóvenes algo de colaboración y respeto. 

Colaboración en las tareas de casa (la lavadora no es tan complicada como parece) y respeto por el espacio privado (¿cuántos padres se van de casa para que sus hijos, con pareja y amigos, se apropien del comedor y el mando del televisor?). 

A pesar de todo, son muchas las madres que prefieren cuidar de sus hijos como si todavía fueran niños antes de encontrarse ante un posible síndrome del nido vacío, es decir, el temor a sentirse inútil y sin nada que hacer tras una vida entera dedicada a su prole.

Consejos para superar el miedo al nido vacío

Y a veces, ese pánico a la soledad, que es más común en las mujeres, cuando un hijo acaba haciéndoles más compañía que el marido. 

Recuerda también lo que escribió Nora Ephron: «El nido vacío está infravalorado», aun cuando no sepas manejar el mando a distancia sin tus hijos.

7 claves para superar tu miedo al nido vacío

Para perder el miedo a la marcha de los hijos y ayudarles a madurar y emanciparse, es necesario: 

➤ Entender el hogar como una comunidad de individuos que se ofrecen ayuda mutua, donde todos los que la integran demuestran su disposición a colaborar en beneficio de todos los miembros. 

➤ Utilizar el lenguaje no verbal si los hijos hacen caso omiso de las peticiones maternas. Eso supone NO realizar las tareas domésticas que les corresponden, especialmente el arreglo de su cuarto y de su ropa, y sin dar importancia a las posibles críticas de las personas ajenas al hogar (¿tanto interés tienen las opiniones y críticas de las vecinas?). 

Recuperar aficiones que se dejaron de lado para cuidar de la familia, o cultivar otras nuevas (hay quien se atreve a matricularse en la universidad, ¿por qué no?). 

Fortalecer los lazos amistosos con personas de la misma generación. Los hijos no pueden ser la única fuente de distracción. 

Redescubrir la relación de pareja. Ahora que los hijos han crecido, los cónyuges disponen de más tiempo y espacio para recuperar la intimidad que perdieron con la llegada del primer retoño. 

No permitir abusos. Aunque tampoco es conveniente dar rienda suelta a la agresividad reprimida. El comportamiento idóneo es el asertivo: conducta que permite negociar respetando los derechos propios y los del otro, defendiendo deseos y necesidades, sin enfadarse ni perder el control. 

Claves para ayudar a tus hijos a madurar e independizarse

Aceptar al hijo tal como es, aunque sin tolerar injusticias. Ser adulto significa tomar decisiones que pueden ser erróneas, pero no será capaz de madurar quien se cría entre algodones y no aprende a encajar una derrota. Ya lo decía Charles Chaplin: «Me gustan mis errores, no quiero renunciar a la libertad deliciosa de equivocarme». 

La familia perfecta no existe, como tampoco existe la madre perfecta, ni el hijo perfecto, ni el padre perfecto. 

Recordando lo que decía Mafalda, padres e hijos reciben el título el mismo día, sólo que ninguno de ellos han asistido a un curso donde se les prepare para ejercer su profesión. 

Tendrán que aprender de los conflictos, que nacen cuando es necesario cambiar y evolucionar. ¿El remedio? No cerrar los ojos ante el problema y enfrentarse a él. 

(Esta entrada es una versión actualizada del artículo que fue publicado en el Magazine de La Vanguardia) 

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