Los empleados trepas dañan la salud de quienes trabajan con ellos, favorece el absentismo y perjudica a la empresa en la que trabaja. Aprende a descubrirlos y a protegerte de ellos.
El ‘trepa’ suele ser un individuo egocéntrico, celoso, prepotente, desconfiado, incapaz de ponerse en la piel de los demás, con complejo de superioridad y una fuerte necesidad de sentirse admirado. Cree que es alguien especial, único e imprescindible; no sabe admitir las críticas, por muy constructivas que estas sean; y desconfía de los demás, puesto que piensa que actúan con la misma malicia con la él se desenvuelve en el ámbito laboral.
Este tipo de empleado puede ser un elemento destructivo del ambiente de trabajo, hace que la productividad disminuya y favorece el absentismo, produce un alto desgaste psicológico en el resto de los trabajadores al utilizar estrategias y maniobras dirigidas a degradar a los otros, con la intención de situarlos en una posición de inferioridad. Sin embargo, son muchas las empresas que promueven este tipo de conductas.
Algunos directivos piensan que esta presión es positiva: «Son jefes con una preparación deficiente para ejercer su cargo, que no han sabido pedir al departamento de Recursos Humanos la selección de personas maduras para ocupar determinados puestos», explica el psicólogo industrial Pepe García Romero. «Quien ocupa un puesto superior necesita de la soledad para dirigir a sus empleados correctamente, no debe depender emocionalmente de nadie si quiere ser imparcial. Pero no todo el mundo está preparado para ello, el trepa conoce esta dificultad del jefe, sabe cómo llenar ese vacío y lo utiliza; se convierte en un elemento indispensable para él, y así consigue infiltrarse en el sistema de poder».
Cualquier indicio de superioridad que descubra en los demás hace que el trepa se ponga en guardia: niveles de estudios superiores a los suyos, elegancia en el vestir, mejor presencia física, juventud, experiencia profesional.
Son muchas las personas que caen en la trampa cuando, temerosos de este tipo de individuos, hacen lo posible para no acrecentar su agresividad y se anulan, lo que genera mucha tensión interior y bastante estrés: el empleado deja de ser espontáneo y se niega el derecho a rebelar sus capacidades reales para desempeñar unas funciones determinadas o un cargo superior.
Pérdida de entusiasmo, desmotivación, estrés, insomnio, problemas digestivos... son algunos de los síntomas que presentan quienes son atacados por compañeros dispuestos a pisotear a todo aquel que se interponga en su camino.
Aunque pretenda convencer de lo contrario, el trepa suele trabajar bastante menos que el resto del personal, puesto que pone su tiempo y energías a disposición de las relaciones que consiga establecer con personajes influyentes que puedan favorecerle, lo que no le permite concentrarse en el trabajo a realizar. Pero siempre tiene a mano la fórmula mágica con la que darle la vuelta a la historia y colocarse en el papel de víctima: «Es que siempre tengo que hacerlo yo todo, si lo dejo en manos de los demás el trabajo no sale».
Continuar realizando el trabajo, no dejarse pisar ni avasallar, dejar bien claras o por escrito las tareas realizadas y mantener una conducta asertiva, son algunas estrategias que el psicólogo propone para paliar las presiones en este tipo de situaciones.
Qué hacer cuando trabajas con trepas
La mentira, la manipulación, la descalificación y la humillación son algunas de sus armas. Popularmente se les conoce con el nombre de ‘trepas’ y se trata de especímenes que pueden ser bastante nocivos para la salud de aquellos que tienen la mala suerte de coincidir con él en el puesto de trabajo.El ‘trepa’ suele ser un individuo egocéntrico, celoso, prepotente, desconfiado, incapaz de ponerse en la piel de los demás, con complejo de superioridad y una fuerte necesidad de sentirse admirado. Cree que es alguien especial, único e imprescindible; no sabe admitir las críticas, por muy constructivas que estas sean; y desconfía de los demás, puesto que piensa que actúan con la misma malicia con la él se desenvuelve en el ámbito laboral.
Este tipo de empleado puede ser un elemento destructivo del ambiente de trabajo, hace que la productividad disminuya y favorece el absentismo, produce un alto desgaste psicológico en el resto de los trabajadores al utilizar estrategias y maniobras dirigidas a degradar a los otros, con la intención de situarlos en una posición de inferioridad. Sin embargo, son muchas las empresas que promueven este tipo de conductas.
Algunos directivos piensan que esta presión es positiva: «Son jefes con una preparación deficiente para ejercer su cargo, que no han sabido pedir al departamento de Recursos Humanos la selección de personas maduras para ocupar determinados puestos», explica el psicólogo industrial Pepe García Romero. «Quien ocupa un puesto superior necesita de la soledad para dirigir a sus empleados correctamente, no debe depender emocionalmente de nadie si quiere ser imparcial. Pero no todo el mundo está preparado para ello, el trepa conoce esta dificultad del jefe, sabe cómo llenar ese vacío y lo utiliza; se convierte en un elemento indispensable para él, y así consigue infiltrarse en el sistema de poder».
Cualquier indicio de superioridad que descubra en los demás hace que el trepa se ponga en guardia: niveles de estudios superiores a los suyos, elegancia en el vestir, mejor presencia física, juventud, experiencia profesional.
Son muchas las personas que caen en la trampa cuando, temerosos de este tipo de individuos, hacen lo posible para no acrecentar su agresividad y se anulan, lo que genera mucha tensión interior y bastante estrés: el empleado deja de ser espontáneo y se niega el derecho a rebelar sus capacidades reales para desempeñar unas funciones determinadas o un cargo superior.
Pérdida de entusiasmo, desmotivación, estrés, insomnio, problemas digestivos... son algunos de los síntomas que presentan quienes son atacados por compañeros dispuestos a pisotear a todo aquel que se interponga en su camino.
Aunque pretenda convencer de lo contrario, el trepa suele trabajar bastante menos que el resto del personal, puesto que pone su tiempo y energías a disposición de las relaciones que consiga establecer con personajes influyentes que puedan favorecerle, lo que no le permite concentrarse en el trabajo a realizar. Pero siempre tiene a mano la fórmula mágica con la que darle la vuelta a la historia y colocarse en el papel de víctima: «Es que siempre tengo que hacerlo yo todo, si lo dejo en manos de los demás el trabajo no sale».
Continuar realizando el trabajo, no dejarse pisar ni avasallar, dejar bien claras o por escrito las tareas realizadas y mantener una conducta asertiva, son algunas estrategias que el psicólogo propone para paliar las presiones en este tipo de situaciones.
Echo tanto de menos a Forges...
Cómo actúan los arribistas o trepas:
➤ Esconden información para mantener a los demás al margen de aquellos proyectos que faciliten la promoción.➤ Pueden utilizar descripciones ante las que un empleado no se puede rebelar: «Es una jovencita muy mona y educada», de forma que no se destaquen las cualidades que profesionalmente podrían beneficiarle, sino aquellas que le dejan en posición de simple peón o florero.
➤ Desacreditan.
➤ Utilizan la crítica destructiva en presencia de altos cargos. Señalan los errores de los demás y se niegan a ver los propios.
➤ Se apropian de las ideas ajenas antes de que estas propuestas sean comunicadas a los superiores.
➤ Quitan trabajo a los demás (aunque no pueda con todo), haciendo creer a los jefes que los otros empleados son prescindibles. El empleado perjudicado acaba por no saber qué tiene que hacer o cuáles son sus responsabilidades.
➤ Abusan de su poder cuando ocupan un puesto directivo.
➤ Espían a los compañeros para optar al puesto de confidente del jefe.
➤ Se aprovechan de las bajas por enfermedad o de una situación de debilidad del otro.
➤ Utilizan a los demás, para destruirles luego, si es necesario, sin que esto genere un complejo de culpa. Pueden ser muy seductores cuando les interesa y con quien les interesa (para ser introducidos en un grupo social o profesional al que desean pertenecer o para codearse con personajes influyentes).
➤ Intentan herir a los otros en su autoestima con el ánimo de hacer crecer así la desconfianza que estos tienen en sí mismos.
¿Te he dicho ya que echo de menos a Forges?
Cómo protegerse de los compañeros trepas
Para empezar, es muy importante estar en buena forma psicológica para resistir sus ataques: reducir el estrés (valorar si sería conveniente tomar una baja para recuperarse), dominar las explosiones de ira (utilizar fórmulas de relajación, como los ejercicios respiratorios), aliviar la ansiedad y los trastornos del sueño, desarrollar el sentido del humor...Y, después de acumular las fuerzas necesarias, para librarse de este tipo de agresiones se puede hacer mucho más. Como indica P. García Romero, «no existe una manera única de actuar y válida para todos los casos; es necesario estar convencido de la estrategia elegida, observar si, una vez que se han puesta en práctica, tiene resultados positivos o si hay que decantarse por otras medidas alternativas». Estas son algunas sugerencias:
➤ Observar en qué consiste su estrategia hostil.
➤ Tomar nota de las provocaciones y agresiones (hacerse con pruebas), sin entrar nunca en su propia dinámica.
➤ Buscar apoyo dentro de la misma empresa cuando se cuenta con dirigentes que no eluden esta responsabilidad.
➤ Aumentar la comunicación con los compañeros e intentar establecer algunas relaciones que permitan mitigar la tensión y convertir la jornada laboral en una experiencia más llevadera.
➤ Aparentar indiferencia ante sus ataques.
➤ Contestar con humor, pero no con ironía.
➤ Aprender a desconfiar: mantener el trabajo a salvo de la mirada del otro (la agenda, los informes...) y ofrecer la mínima información personal posible.
➤ Cuando los mensajes no son claros, realizar preguntas específicas, y no contentarse con las insinuaciones ni las órdenes ambiguas.
➤ Dirigirse a los superiores o a los demás compañeros de forma directa, nunca a través de otros colegas (y menos si se trata de un trepa que puede manipular el mensaje).
➤ Hacerse respetar reaccionando ante los conflictos en lugar de callar los problemas.
➤ Acudir a las reuniones.
➤ No asumir un volumen de trabajo imposible de realizar agobiaría y debilitaría en exceso. Para ello es conveniente hacer uso de la asertividad o utilizar alguna excusa válida.
➤ Asesorarse jurídicamente y recurrir a la solución legal cuando no hay otra salida. «Hay que valorar si esto no supondrá un perjuicio para el propio empleado —apunta el psicólogo—. A veces es preferible aprender a convivir con el trepa sin que le haga a uno la vida imposible mientras se busca un cambio de puesto u otro empleo».
¿Y tú? ¿Tienes que soportar a un trepa? ¿Cómo te proteges? Ánimo, deja tu comentario y cuenta tu experiencia.
*Fotografía de Sarah Richter en Pixabay
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