La maternidad no te convierte en superwoman. Seguirás teniendo limitaciones, necesitarás ayuda para alcanzar la conciliación entre maternidad y trabajo, y no permitas que por ello te hagan sentir culpable.
«La madre perfecta no existe» y otras cosas que, aun siendo obvias, a veces olvidamos
Con motivo de la publicación de Soy madre, trabajo y me siento culpable, atendí a las preguntas de la revista Saber Vivir. En esta entrada del blog comparto la primera parte de aquella entrevista sobre mujer, maternidad y trabajo.
Un consejo o receta a las mujeres que son madres.
Que piensen que el modelo materno ha cambiado. Nuestras madres podían dedicarse plenamente al cuidado de la familia, pero ese modelo ha caducado. Tenemos que reinventarnos. La madre perfecta no existe. Pero, además, ¿quién quiere una madre perfecta? Creo que sería espantoso para los hijos. Ellos tienen que saber que todos tenemos limitaciones, así podrán aceptar las propias. También es muy importante que aprendan a dejar espacio a sus parejas para que se impliquen en la crianza de los niños.
¿Cómo superar el sentimiento de culpa, bien por falta de atención, bien por las limitaciones que encontrará en el trabajo?
El sentimiento de culpa es eso, un sentimiento, pero no siempre existe una base real que lo genere. Surge más bien de lo que se nos han enseñado a las mujeres. La sociedad patriarcal ha querido depositar toda la responsabilidad del bienestar de los niños en sus madres. Pero lo cierto es que la inserción en el mundo laboral de la mujer no lleva consigo una falta de atención hacia los hijos, que, además, pasan muchísimas horas en el colegio, el tiempo que sus madres suelen estar en el trabajo.
¿Crees que los hijos sienten que su madre trabajadora no es una buena madre?
Los niños aprenden de lo que ven en su familia. Si crecen en un hogar en el que ambos, padre y madre, trabajan entenderán que eso es lo natural. Eso no quiere decir que, desgraciadamente, existan niños desatendidos, pero no es debido al trabajo materno. Y si se quejan del trabajo de sus madres y se lo echan en cara puede que sea ella quien les transmita inconscientemente sus propios miedos e inseguridades.
Conocer los problemas, las insatisfacciones, ¿animará a subir la natalidad?
Evidentemente, conocer las insatisfacciones no animará a nadie para que tenga un hijo. Lo que intento en el libro es ofrecer una guía para que la mujer pueda compaginar el mundo laboral y familiar. Pero he podido constatar que las mujeres entrevistadas, a pesar de los problemas que encuentran, consideran que ser madres es lo mejor que les ha pasado en su vida. Eso quiere decir que tienen muchas compensaciones a cambio del esfuerzo.
¿Qué medidas de ayuda pedirías al gobierno? ¿Cómo está el tema en Europa?
En los países nórdicos han conseguido muchos logros con leyes sobre el permiso de maternidad más adecuadas a nuestros días. Por ejemplo, parte de ese permiso puede disfrutarlo el padre, pero, si este no lo aprovecha, tampoco puede disponer de él la madre. De ese modo los empresarios no rechazan a una mujer que opta a un empleo cuando se encuentra en periodo fértil. También es importante ajustar los horarios escolares a los laborales y la creación de guarderías en las mismas empresas.
¿Qué te parece que haya comunidades más adelantadas que también dan tres semanas de permiso al padre? ¿No debería legislarse de forma global a nivel europeo?
Vivimos en una contradicción. Desde los organismos del Estado nos llega un mensaje: «Tened hijos porque el país está envejeciendo», pero no existen políticas de ayuda adecuadas para ello o leyes que inviten a los hombres a implicarse más en el cuidado de sus hijos. En otros países europeos han conseguido elevar la tasa de natalidad gracias a esos cambios legislativos. De todos modos, sigo pensando que los nórdicos son quienes disponen de mejores normativas al respecto, porque en aquellos países donde se puede disfrutar de un permiso de paternidad remunerado tan solo el 40% de los padres se acoge a él.
¿Ser madre te limita como persona? ¿No debería ser al revés y enriquecerte?
Claro que debería enriquecerte. Y así es en la mayoría de los casos. Pero tenemos que concienciarnos de que tomar una decisión implica también una renuncia. Y también los hombres tienen que aprenderlo, han de saber que no pueden pedir hijos para que después, cuando acaben la jornada laboral, lleguen a casa y se encuentren con sus críos acostados para que no les molesten. Quien no entiende que los niños son ruidosos y juguetones, que pueden dejarte sin dormir muchas noches, que con ellos ya no podrás disponer de todo ese tiempo que antes tenías sólo para ti, no debería tener hijos, puesto que no está preparado para ello. La maternidad solo te limita cuando te concentras tanto en tu papel de madre que te olvidas de que también eres una mujer con identidad propia, ¿qué harás entonces cuando tus hijos crezcan y se marchen?
Dentro del mundo laboral, ¿son comprensivas las empresas o los jefes ante las necesidades familiares?
El empresario se ocupa de su negocio, que es lo que de verdad le interesa. Y es lógico. Son las leyes laborales las que tienen que adaptarse. Si nos fijamos de nuevo en los países del norte europeo podemos observar que la mayoría de los hombres y las mujeres prefieren trabajar con jornadas reducidas, porque continúan teniendo buenos salarios sin llegar a las ocho o siete horas. Esas no son iniciativas que pongan en marcha las empresas, sino los gobiernos. Aquí aún tenemos problemas para encontrar empleo cuando eres mujer en edad fértil.
¿De quién has obtenido más apoyo para escribir el libro, de hombres o de mujeres?
La verdad es que he entrevistado a las mujeres, era con ellas con quienes quería hablar, y reaccionaron casi con ansias de hablar, hasta el punto en que formé grupos de tertulias. En cuanto les preguntaba si querían hablar sobre la culpabilidad que suelen sentir las madres trabajadoras, se ofrecían a ser entrevistadas.
¿Cuántos hijos te puedes permitir para poder seguir siendo persona?
No creo que sea una cuestión de cifras. Ahora, si dices que te gustaría tener tres hijos ya te miran como si fueras una extraterrestre. Pero hay mujeres que se olvidan de su propia identidad desde que tienen el primer hijo.
¿Es un problema fruto de la herencia materna de nuestra generación? ¿Será diferente en la siguiente o no?
Me gustaría pensar que nuestros hijos e hijas lo tendrán más fácil, pero aún queda un largo camino por recorrer. Los últimos estudios demuestran que las parejas jóvenes pactan un reparto equitativo de responsabilidades domésticas, pero muchos varones se escaquean en cuanto tienen una mínima oportunidad.
¿Hay que desentenderse de los hijos para vivir mejor? ¿Qué has aprendido de tus contactos con otras culturas?
Me produce escalofrío imaginar que haya que desentenderse de las criaturas para disfrutar más de la vida. Quien tenga esa mentalidad no debería traer niños al mundo. Muchas personas reconocen que la familia es fuente de felicidad, no de desdicha. La antropóloga Margaret Mead realizó un estudio al respecto entre distintas civilizaciones o tribus y descubrió que los niños mejor atendido por ambos padres en sus necesidades afectivas serían de mayores personas que saben desenvolverse ante la vida con más seguridad, confianza y recursos.
Y hasta aquí llega la primera parte de la entrevista. ¿Te interesa leer más? Pues haz clic AQUÍ.
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