Siempre que paso por un puente con los dichosos candados que colocan las parejas enamoradas me pregunto lo mismo: ¿cuántos de estos seguirán juntos? ¿Seguirá presente ese sentimiento romántico que les empujó a hacer este gesto? Y… ¿existen fórmulas para conseguir que el amor dure?
Los beneficios de ver películas con la pareja
Oigo en la tele que, según un estudio, las parejas que ven películas juntos logran que su relación mejore y corren menos riesgo de divorciarse.
Y me mosqueo.
Otro estudio estúpido, pensé.
Me fui a bucear a ese pozo del conocimiento que es Google, al que mi madre llamaba El libro gordo de Petete, y encontré el estudio en cuestión. Se trata de una investigación del equipo de la Universidad de Rochester (Nueva York) dirigido por el psicólogo Ronald Rogge.
Durante tres años, probaron estrategias de terapia matrimonial con 174 matrimonios, que dividieron en tres grupos. Una estrategia diferente con cada grupo.
Permíteme que vaya al grano —si quieres saber más sobre este estudio mira este enlace—: el grupo con el que se utilizó la terapia de ver películas para tomar conciencia de cómo estaba su relación fue el que mejor resultado obtuvo, porque al hablar de los conflictos de la pareja protagonista consiguieron dialogar sobre los problemas propios sin una excesiva implicación emocional.
Poniendo esa distancia las discusiones son menos acaloradas, menos dolorosas, y la ‘terapia de hablar’ funciona sin caer en los reproches mutuos.
Pero ¿era esto lo que yo entendí cuando hablaron en el programa de televisión de los beneficios de ver películas juntos? La verdad es que no. Tal como lo comentaban los tertulianos, parecía que bastaba con ir al cine con tu pareja o con sentarte junto a ella en el sofá. Ante lo cual, me pregunté: ¿y si no te gustan las mismas películas? ¿Quién de los dos hace el sacrificio de ver la película que elija el otro?
Y, por cierto, ¿es bueno hacer sacrificios? Creo que no, salvo contadas ocasiones y no por costumbre.
Por eso estoy convencida de que compartir pasiones, hacer juntos aquello que gusta a ambos es lo más positivo. Siempre, claro, que tengamos algo que compartir.
Cuando la pasión romántica dura y dura
Algunas personas logran estar enamoradas durante toda su vida. Apasionadamente. En serio. De su propia pareja, quiero decir.
No son fantasías mías. Hay importantes estudios que lo demuestran, como los de Arthur Aron, profesor de la Universidad de Stony Brook (Nueva York), que lleva 40 años estudiando el amor.
De hecho, es más fácil encontrar parejas con más de 20 años de relación que te aseguren que siguen enamorados que si solo hace cinco años que comparten sus vidas. Y es lógico. Las que duran han superado las crisis (‘crisis’: palabra que da mucho miedo, aunque acabe significando oportunidad de cambiar y mejorar), y han reencontrado el amor. Y la pasión. Porque la pasión no tiene por qué apagarse, sino que fluctúa.
En cambio, las que llevan poco tiempo todavía están enfrentándose a una realidad que tiene muy poco que ver con las expectativas levantadas cuando les daban por anclar su amor colocando un candado en un puente.
Las personas que han pasado por unas cuantas rupturas tienden a pensar que las parejas siguen juntas por la fuerza de la costumbre, y no porque triunfe el amor por encima de las adversidades.
Y no. Lo convencional es ese pensamiento, la idea de que la rutina es algo negativo y que no se puede amar cuando se ha llegado a ella.
Personalmente, y por lo que he podido comprobar a lo largo de estos años escuchando a parejas y leyendo los testimonios recibidos, creo que es fundamental que cada miembro de la pareja sienta pasión por otras cosas, que no espere que sea la relación el único pilar que sostenga su bienestar emocional. Tener un trabajo interesante, por ejemplo, que les motive de verdad, ayuda mucho.
Y también he visto cómo se consigue que el amor se mantenga vivo cuando se hacen muchas cosas juntos con las que ambos disfrutaban. Ver películas y series que gustan a los dos, también.
Hábitos recomendables para que el amor siga vivo
¿Vale la pena invertir tiempo y esfuerzo en esta relación? Esto es lo primero que tienes que preguntarte. ¿La respuesta es «sí»? ¿Y tu pareja piensa del mismo modo? Pues tomad nota.
Los terapeutas aconsejan que las parejas establezcan estas prácticas para que el amor que los unió se mantenga vivo:
➤ Comprometerse.
➤ Escuchar ‘activamente’ a nuestra pareja. ¿Qué tal si le miras a los ojos cuando te habla, y no a la pantalla del móvil?
➤ Hacer preguntas.
➤ Dar respuestas.
➤ Valorar al otro.
➤ Permanecer atractivo.
➤ Seguir creciendo intelectualmente.
➤ Contar con la pareja y no tomar decisiones por tu cuenta.
➤ Dejar intimidad al otro.
➤ Ser sincero y digno de confianza.
➤ Explicar a nuestra pareja lo que necesitamos, y no esperar que lo adivine.
➤ Aceptar sus defectos.
➤ Cuidar los modales.
➤ Practicar el sentido del humor (algo que no hay que confundir con mofarse del otro ni con gastar bromas molestas).
➤ Respetar al otro.
➤ Llegar a acuerdos.
➤ Celebrar juntos el éxito de un miembro de la pareja (¡y qué malo es sentir celos de los triunfos del otro!).
➤ Apoyar a tu pareja en sus momentos bajos.
➤ Discutir de forma constructiva (como se consigue con el método de ver películas y hablar sobre ellas).
➤ No amenazar nunca a la pareja con abandonarle.
➤ Olvidar el pasado (¡Ay!, cuántas parejas fallan en este punto).
➤ Decir «no» al adulterio. Eso sí, cada pareja tiene su propia definición de lo que significa ‘fidelidad’ y ‘lealtad’, y cada cual acordará a qué van a decir «no».
➤ No dar por hecho que la relación durará para siempre.
➤ Y no rendirse nunca.
Todas estas prácticas y algunas más que ahora se me escapan son válidas para engendrar un sentimiento profundo de unión en la pareja.
Pero si lo que queremos, además, es que la llama de la pasión se mantenga viva, ningún consejo hace tanto bien como el del poeta Gibran Jalil Gibran, el de permitir que existan espacios privados, valorar la autonomía y la privacidad.
¿Qué cosas te hacen disfrutar sin que nadie te tenga que acompañar para realizarlas?
¿Cuáles son las que te encantan, pero no a tu pareja? ¿Puedes hacerlas con otras personas?
Y, al mismo tiempo, lo repito: tener intereses comunes permite que la pareja siga enamorada. Y proponerse hacer cosas nuevas que resulten emocionantes para ambos es un modo de recuperar las sensaciones excitantes del comienzo de la relación.
Otro estudio del psicólogo Arthur Aron demostró que las parejas que tienen otras parejas como amigos suelen ser más felices en su relación y desarrollan un amor más pasional que las que no establecen estas relaciones de amistad estrecha y sincera con otras parejas.
Volviendo al inicio, desde que el psicólogo Ronald Rogge y su equipo realizaron su investigación, han podido comprobar que las parejas que ven películas románticas se divorcian un 50% menos que las que no prueban esta técnica.
Y, oye, una vez se conoce el funcionamiento de esta práctica que propicia el diálogo y la posibilidad de discutir con calma de vuestros conflictos, salís ganando sin gastar el coste de una consulta semanal con un terapeuta, ¿no te parece?
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