¿Se puede aprender una buena sexualidad de las películas pornográficas? ¿Es un material educativo para los jóvenes? ¿Cuáles son los efectos del cine X en las prácticas sexuales? ¿Cuáles son las creencias sobre sexualidad femenina que transmite el cine porno?
Del cine porno a las disfunciones sexuales
Hacía mucho tiempo que quería abordar el asunto del cine porno en este blog, y ha sido la publicación de la novela Heridas ocultas la que me ofrece la oportunidad de escribir sobre la industria pornográfica y los efectos que esta tiene en las relaciones sexuales reales.
En la novela, el inspector Ángel Gaya mantiene una conversación con una ex actriz porno, Bibian Lenoir, un personaje secundario de Heridas ocultas.
Con este asunto del porno, siento algo parecido al síndrome del impostor, porque no soy consumidora de cine X ni de pornografía en general. Pero digo yo que después de siete libros sobre sexualidad, la recopilación de cientos de testimonios sobre las vivencias sexuales de hombres y mujeres y el asesoramiento de sexólogos y terapeutas, algo tengo que saber, además lo que he aprendido de las conversaciones mantenidas con gente de la industria X, tanto con directores como con actores y actrices. De hecho, el diálogo de Heridas ocultas está inspirado en esas conversaciones.
Así lo explicaba Bibian Lenoir al inspector Gaya:
«Verá, inspector, yo hice porno cuando en este país teníamos que luchar por la conquista de libertades. Unos lucharon por la libertad de expresión, otros por los derechos laborales, y otros por la libertad de vivir nuestra sexualidad como nos apetecía, por la libertad de desnudarnos. Ahora desnudarse no es nada. O peor, hay una sobreerotización de todo, hasta el punto de que los hombres se vuelven asexuados, o sufren disfunciones».
7 críticas de las mujeres sobre las películas porno y alguna más de los hombres
Esos testimonios que recabé durante unos años dejaban claro que las mujeres veían porno desde la llegada de Internet, cuando ya no era necesario mirar la cara que ponía el dependiente de un videoclub cada vez que alquilaban una cinta de cine X. Aunque preferirían otro tipo de filmes, ante la ausencia de alternativas (porno para mujeres) muchas mujeres revelaban la excitación que les producían las películas porno que llegaban por sus canales televisivos o que conseguían en la red. Pero seguían eligiendo los relatos eróticos y lo que se insinúa antes que lo explícito.
La mayoría de las mujeres se quejaban de que la industria del porno las tenía olvidadas, pero, como acabo de comentar, también eran muchas las que disfrutaban con el cine para adultos.
Estas son algunas de las críticas que hacen las mujeres sobre lo que ven en las películas X:
➤ Los orgasmos de ellas parecen fingidos.
➤ Las posturas son tan incómodas que no pueden creerse que se lo estén pasando bien.
➤ Carecen de argumento.
➤ Están pensadas para el placer masculino: apenas hay estimulación directa del clítoris y una felación dura horas, mientras que a un cunnilingus se le dedica unos segundos.
➤ Las mujeres que las protagonizan parecen de plástico.
➤ La estética del decorado suele ser muy kitsch.
➤ Algunas escenas son muy agresivas para nosotras.
Las críticas que hacen los hombres sobre el porno no se alejan mucho de estas que acabas de leer. Al igual que las mujeres, los hombres consideran que son películas con falta de imaginación, aburridas, repetitivas y poco creíbles. Algunos las tachan de degradantes.
¿Se lo pasan bien las actrices en las películas porno o fingen el placer?
Así lo contaba la ex actriz porno Bibian Norai en uno de mis libros sobre sexualidad femenina:
«En la intimidad, mi sexualidad es muy tierna, dulce, sensual y le dedico mucho, mucho tiempo. Supongo que es lógico, en mi trabajo vas por faena: las escenas se ruedan en el menor tiempo posible y fuera de cámara no hay apenas contacto físico con el resto de actores, o sea, no hay "precalentamiento" (solo un poco para el sexo anal), ni sensualidad, ni besos, ni caricias, se hace lo que se ve en el filme, nada más, ni antes ni después de rodar. Al canalizar mi sed de nuevas experiencias y muchas de mis fantasías en el curro, en la intimidad soy muy tranquila, normalita, no necesito nada de parafernalia para estar a gusto y excitarme. Sólo exijo tiempo y comodidad, porque también las posturas que adoptamos en las pelis son incómodas, ya que luego en pantalla son las que resultan más vistosas y excitantes. La gente cuando ve una peli porno no quiere ver a dos haciendo un misionero, quiere el no va más de la espectacularidad y, claro, a veces pillas calambre, hormigueo en la pierna, o trabajas, como me ha pasado a mí, con 40° de fiebre porque estás acatarrada».
Yo también creo que la industria pornográfica ha inventado una sexualidad femenina para disfrute de los hombres, que hace realidad una fantasía masculina como lo exponía de modo excelente un personaje de la serie The Deuce, Candy, una prostituta callejera que ve en la industria pornográfica su modo de escapar de la prostitución, magníficamente interpretada por Maggeie Gyllenhaal:
«Porque les han enseñado que las mujeres podemos elegir en el sexo, que decidimos, que somos especiales. Ven a una chica mona pequeñita follándose a un negro bruto y ven que ellas están igual de obsesionadas con el sexo. Que no tenemos inhibiciones, que es lo que ellos desean. Joder, hasta nos tiraríamos al perro cuando no miráis. Bueno, esa es la fantasía que vendemos aquí».
Pero es eso: fantasía, no una realidad. Tal vez, en el territorio de lo imaginado pueda excitar también a una mujer, pero eso no quiere decir que resulte placentero como experiencia real.
De algún modo, era lo que intentaba denunciar la directora de cine X Erika Lust hace ya más de diez años en su manifiesto ‘Por un nuevo cine explicito inteligente, femenino y feminista’.
No parece que las cosas hayan cambiado mucho, salvo la incursión en la dirección de este cine de mujeres como la misma Erika Lust y la antes mencionada Bibian Norai, que intentan filmar porno para mujeres. Pero la industria del porno sigue fabricando productos por y para los hombres.
Todos los sexólogos y terapeutas sexuales lo advierten: el cine porno puede ser un buen ingrediente para recuperar el deseo o como producto erótico para disfrutar a solas y en pareja, pero no debería utilizarse o interpretarse como material educativo.
El cine porno y la mala educación sexual
¿Qué ocurre ahora? Ahora me encuentro con la boca abierta ante las declaraciones de unas adolescentes en el programa Salvados. En el capítulo ‘La mala educación’, las chicas contaban cómo habían llegado a sentir pánico durante algunos encuentros sexuales, cuando el chico con el que acababan de ligar les aferraba el cuello hasta casi la asfixia mientras practicaban el coito. Jordi Évole les preguntaba por qué creían que actuaban así, y la respuesta de estas jóvenes era contundente: Porque lo han visto en el porno, y creen que nos gusta (evito las comillas porque cito de memoria).
Un nuevo informe de Save the Children ha vuelto a encender las alarmas: los y las adolescentes ven pornografía por primera vez a los 12 años y el 68,2% la consume con frecuencia. Más de la mitad de estos jóvenes se inspiran en ellos para sus propias experiencias. Toman como referencia unas películas que en su mayoría están basadas en la violencia y la desigualdad. Y para el 30% de los chicos, estos vídeos son su única fuente de información sobre sexualidad.
Con otras películas, saben distinguir entre realidad y ficción, pero, según parece, no ocurre lo mismo con el porno. Esto puede conducir a la normalización de comportamientos violentos y vejatorios. Que se exciten con estas prácticas. Que las deseen.
Sin información de lo que son las relaciones sexuales reales, se toman las del porno como lo habitual, y en estas películas quedan excluidos los aspectos emocionales, que también se han de tener en cuenta en las relaciones sexuales, pues tienen un efecto en la excitación y el placer que puede provocarnos el encuentro.
La comparación entre la sexualidad del porno con la real puede suponer un perjuicio para la segunda, porque ver porno en exceso y como fuente principal de información tiende a crear unas expectativas que no se cumplen. Sin embargo, las buenas experiencias nos demuestran que la realidad supera con creces la ficción cuando el desarrollo sexual es positivo.
Desgraciadamente, algunos hombres crecen y se hacen adultos sin haber aprendido apenas nada de la sexualidad real, y sobre todo de la femenina, y, así, no es de extrañar que alguno con nula sensibilidad, al ver el vídeo grabado por unos energúmenos, no sepa distinguir ente el auténtico placer de una mujer y lo que expresa el rostro de la víctima de una violación en grupo.
La adicción y el abuso del porno
Investigadores de Estados Unidos que han analizado el cerebro de hombres y mujeres mientras se les mostraba pornografía han visto en las resonancias magnéticas cómo se activan los mismos centros de placer que al consumir cocaína (el núcleo accumbens y el área tegmental ventral).
Pues bien, en la adicción a la cocaína estas áreas quedan dañadas hasta el punto de que hay quien pierde la capacidad de experimentar placer.
También la pornografía tiene el potencial de crear adicción y, no solo a ver películas o vídeos: algunos estudios han demostrado que es posible caer en la adicción sexual, y hay personas que dejan de sentir placer debido al uso excesivo de material audivisual pornográfico.
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