Dice que le encanta provocar. Cometió la primera infidelidad antes de casarse. Y continúa teniendo sus aventuras. Estas son las confidencias de una mujer infiel.
A sus 27 años, esta administrativa se muestra imparable. Con infidelidades antes y después de su boda, la joven distingue entre el hombre que le gusta para un polvo y el que elige para una relación duradera. En todo caso, siempre viriles.
Infielmente tuya
«Me gusta fantasear con que trabajo por las noches en una cafetería y de vez en cuando entra un chico de unos 28 años, alto, robusto, y de cabello claro. Me lo meto en el bolsillo a la primera de cambio, no hace falta decirle nada, él sabe perfectamente lo que me gusta y cómo hacerme disfrutar. Lo hacemos encima del billar, en los servicios... sabe cómo cogerme y cómo dominarme.
Otra de mis fantasías es revivir los momentos que paso con mi amante (ja ja ja, ¡qué rara me suena esa palabra!). Me excita mucho pensar en cómo me lo hace, cómo me toca, cómo me hace sentir, y cómo, poco a poco, se dedica a mí, descubriendo todo lo que me gusta y logrando que disfrute al máximo.
Y mi otra fantasía es un trío, con una chica y mi amante, lo que más me excita es ver cómo ella me lame la entrepierna y descubrir que lo hace de maravilla, mientras mi chico mira desde una butaca. Me pone a mil fantasear con que luego hay cuatro manos tocándome, acariciándome, creo que me provoca más excitación que un trío con dos chicos.»
Me gusta provocar
«Me considero una tía cañón, pero no me lo tengo creído. Sé que soy guapa, y mi cuerpo también está muy bien, no para miss, pero con el atractivo ese que mola a los tíos, curvitas y tal. Soy rubia, alta, delgada, simpática, extremadamente transparente y abierta, por eso conozco a tantas personas y sé que hay mucha gente a la que le gusta tenerme como amiga, pero ante todo humilde, no soy de las que van presumiendo, tengo lo que tengo porque Dios me lo ha dado, nada más.
Visto normalita y los findes me gusta provocar —la verdad, me encanta provocar, y mucho—, la lencería me gusta toda, desde la más divertida y la más cómoda, hasta la más picantona. Cuando quedo con mi amante me apetece estrenar siempre algo.
Me gustan los hombres chulos, pero solo para un polvo. Me encantan los que son cariñosos, detallistas, bromistas, y sobre todo viriles, que sepan cómo cogerte, cómo levantarte y hacerte gozar, y sobre todo sinceros en todo.»
Sentirme viva
«Estoy casada desde hace casi cinco años, con diez años de noviazgo anteriores, es decir casi quince años con el mismo hombre. Antes de casarme tuve una aventurilla con un colega del trabajo, mi novio (entonces) me perdonó y al poco tiempo nos casamos, pero hace casi un año que mi manera de pensar cambió, en agosto viví mi primera infidelidad extramatrimonial, me hice 250 kilómetros para acostarme con un tío que me ponía mucho por Internet. La verdad es que fue un fraude, era un picha floja.
Y ahora tengo otra aventura. Con este chico llevo ya siete meses, me encanta su manera de hacerme el amor. Me hace sentir otra vez muy viva. Sinceramente no me importaría dejar a mi marido por él, pero creo que, como le ocurre a toda España, por comodidad no lo hago, aunque ya pasé con él una semana en Madrid. Pero no pude estar mucho tiempo separada de mi niña, él lo entendió, y seguimos juntos, nos vemos una vez al mes o cada dos meses.
Soy muy activa en el sexo. Mi marido y yo lo practicamos cada dos días más o menos, pero no me excita tanto como con mi amante. Con mi marido llega a ser monótono y aburrido a veces, y la verdad es que tampoco hago mucho por remediarlo, apenas me apetece esmerarme en darle mucho placer. Eso sí, él es una maquina conmigo, me hace gozar casi más que mi amante, pero no consigue excitarme tanto como este.
Con mi amante es muy distinto. Es pasión, lujuria, sexo ardiente, disfruto viéndole gozar y contemplando cómo reacciona su cuerpo a cada caricia mía. Practico el sexo anal con los dos, solo cuando me apetece, pero con mi amante me resulta mucho más excitante, creo que es porque él siente con mucha más fuerza las reacciones de su cuerpo.
Mi primera relación fue con 14 años, creo que con decir esto sobran explicaciones. No fue un trauma porque lo hice con la persona a la que amaba (mi marido) y la cosa fue muy despacito, sin prisas. La mayor desilusión la tuve con esa aventura de la que hablé antes: el tío era un picha floja y así no se llega a sentir mucho. Me decepcionó mucho, pero creo que fue tema de coco, que vio mucha tía para él, por muy chulo que fuera».
Sexo con artilugios
«No me suelo masturbar porque no siento la necesidad, tengo todo el sexo que mi cuerpo necesita. Si algún día me veo con ganas tengo un juguetito para la ocasión, que también comparto con mi marido en las noches muy excitantes.
He visitado sexshops y me parecen de lo mejor, ahí encuentras de todo para tus relaciones sexuales más salvajes. Tengo ese juguetito que compré junto con mi marido y lencería de lo más provocativa. Veo películas porno con él y mantengo conversaciones sexuales por Internet con gente que no conozco, incluso he llegado a masturbarme mirando cómo lo hacía mi interlocutor en su casa. He dejado que me vean hacerlo con mi marido por webcam, eso me pone muchísimo. Sin embargo, no he logrado que mi amante me vea por la webcam. Él no soporta desearme mucho y no poder sentirme».
¿Cómo será con otro?
Los noviazgos que comienzan en la adolescencia, cuando aún se es virgen, y se prolongan hasta llegar al matrimonio, suelen dejar a los consortes en la duda de cómo será el sexo con una persona diferente. De la falta de experiencias prematrimoniales nace la curiosidad en muchas chicas por saber cómo serían ellas en brazos de otro hombre. Algunas descubren que prefieren al marido, y otras, sencillamente, optan por la variedad y son eternamente infieles, como parece ser el caso de esta joven. O se cuelgan del amante, como les sucede a tantísimas mujeres con problemas de dependencia emocional.
También son muchos los antropólogos y sexólogos que aseguran que la búsqueda de novedad, de objetos de deseo diferentes a la pareja estable, no es exclusiva del varón, como siempre se ha creído. La aventura actual que tiene esta mujer le proporciona mayor excitación que el sexo con el marido, aunque reconozca que este sabe darle más placer que el amante. Para ella, el adulterio se ha convertido en un juego más divertido que recuperar la pasión con su pareja.
Del chat al cuerpo a cuerpo
Las aventurillas cibernéticas basan su morbo en las conversaciones excitantes. Al ser anónimo, la gente se muestra más desinhibida y con mayor seguridad para utilizar un lenguaje picante y hasta obsceno, que es en lo que deriva.
Sin embargo, la desvergüenza ante el teclado no es un síntoma que garantice buenas aptitudes en el amante, como pudo comprobar esta veinteañera después de traspasar las fronteras del ciberespacio.
Aventuras en el trabajo
El roce hace el cariño, y ocho horas de trabajo compartidas dan para mucho. En los testimonios recabados para libros como Sex Confidential y Chicas malas, ya vimos que para las mujeres, el compañero de la oficina, la fábrica, el taller o la clínica es protagonista de sus fantasías eróticas con mucha frecuencia, pero algunas van más allá y la hacen realidad, sea cual sea su estado civil. Según algunos estudios, la mitad de las mujeres que tienen una aventura en el trabajo están casadas.
Sexo con la webcam
Definitivamente, parece que está de moda emular a los actores porno. Las mujeres suelen ser más exhibicionistas que voyeurs, así que no nos extraña ni la fantasía de esta joven en la que su amante la observa desde una butaca mientras se lo hace con otra chica, ni la práctica de permitir que la vean por la webcam cuando está con su marido.
Con las nuevas tecnologías se descubren otras maneras de vivir la sexualidad, válidas todas ellas siempre que no alteren la conducta, como les sucede a los que se vuelven adictos, a Internet o al móvil. Los juegos sexuales a través de la red o por teléfono son un método genial, también, para aquellas parejas que tienen que separarse durante un tiempo a causa del trabajo o los estudios.
*Imagen de cabecera: Fotografía de Ashton Bingham en Unsplash
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